Ya sufriste cosas mejores que estas. Y vas a andar esta ruta, hoy, cuando anochezca. Tu esqueleto te trajo hasta aquí con un cuerpo hambriento, veloz; y aquí, gracias a Dios uno no cree en lo que oye.
Ángel de la soledad y de la desolación. Preso de tu ilusión vas a bailar.
Es tan simple así, no podes elegir, claro que no siempre ¿ves?, resulta bien. Atado con el doble cordel, el de simular.
No querés girar maniatado, querés faulear y arremolinar. Medís tu acrobacia y saltas, tu secreto es: la suerte del principiante no pude fallar.
Alguna vez, quizás, se te va la mano, y las llamas en pena invaden tu cuerpo, y caes en manos del ángel de la soledad y él, gracias a Dios, tampoco cree en lo que oye.
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