sábado, abril 16, 2022

Hoy es uno de esos días que la cabeza no deja de doler. ¿Qué hago de vuelta por acá? ¿Para qué volver a un lugar?

De todos los caminos que me tocaron transitar en estos 28 años el de estar conmigo misma fue el peor. Es horrible tener que meterse adentro. Algo tan necesario pero doloroso. 

Llevo noches sin dormir bien. La ansiedad se apodera de mí cada día y al oscurecer más. Las lágrimas salen sin motivos. ¡Qué difícil es meterse para adentro!

Hay una Eliana que está muriendo cada día y es un duelo que estoy dispuesta a atravesar porque sé que se está forjando una mejor versión. Qué complica es tener que desaprender lo que siempre estuvo conmigo. Me gustaría que sea el último duelo que me toca. Ya este corazón no da para más. 

El aire me golpea la cara y me hace cerrar los ojos. Me quedaría un rato más con los ojos cerrados sintiendo la brisa y los rayos de sol golpeando la cara. Pero hacerlo requiere de tener que escuchar esa voz en mi cabeza. Esa voz que me recuerda que todo lo que hago hoy no es suficiente, que no alcanza quien estoy siendo y que me duele. Duele y no debería doler. 


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